domingo, 14 de febrero de 2010

JÓVENES Y EUCARISTIA.

Se repite a menudo que el domingo se ven muy pocos jóvenes en la eucaristía. En cambio, las sucesivas catequesis han formado a una encomiable cantidad de niños. Pero después de la primera comunión son escasos los que asisten a misa. Y en la posconfirmación la evidencia es más triste. ¿Qué pasa?. Antes las familias formaban elementalmente a sus hijos en la fe cristiana. Ahora la mayoría de los niños que van a catequesis proceden de famílias que no instruyen a sus hijos en la fe. Hay excepciones. Pero me baso en conversaciones con párrocos, no solo catalanes, que concuerdan con mis aseveraciones.
El ambiente no es propicio a conservar o defender las convicciones religiosas. La laicidad deriva a menudo hacia un laicismo agresivo, que querría, incluso desde instancias políticas, suprimir fiestas religiosas. Aparecen brotes de anticlericalismo, a veces tomando como pretexto actitudes políticas de algunos obispos o sencillamente porque ha rebrotado aquel anticlericalismo popular, tan extendido desde el siglo XIX y parte del XX.
En un ambiente hedonista y relajado es difícil defender el valor del esfuerzo, la vida interior, las vivencias íntimamente religiosas, etc,. El aspecto positivo en relación a los jóvenes de posconfirmación se centra en aquellos que mantienen viva la fe porque se vinculan a movimientos cristianos o trabajan en obras sociales en barrios marginales. O incluso se arropan en grupos parroquiales. Es difícil, pues, que ante el poco prestigio de la Iglesia institucional, porque no se subrayan sus aportaciones espirituales, sociales o culturales, los jóvenes superen el pasotismo o los prejuicios.
Al mensaje evangélico le cuesta abrirse paso en las nuevas generaciones. ¿Qué opina la jerarquía?. No bastan pontificales o pastorales para que los jóvenes superen su indiferencia y descubran que el vago sentimiento religioso que algunos sienten, pueda transformarse en una fe auténtica, aunque crítica con ciertas estructuras eclesiales.

Albert Manent, historiador. (La Vanguardia. 14 febrero 2010).

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