jueves, 17 de junio de 2010

EL CONSEJO DE COFRADÍAS DE SEVILLA, REPLICA A SU OBISPO MONSEÑOR ASENJO

Claro, conciso y tajante.
Así reaccionó ayer el presidente del
Consejo de Cofradías de Sevilla,
Adolfo Arenas,
a las declaraciones del arzobispo,
monseñor
Juan José Asenjo, que el martes,
y ante la negativa de la Hermandad de la Esperanza de Triana en trasladar al Cristo de las Tres Caídas a Madrid para participar en el vía
+crucis que presidirá el Papa en agosto de 2011,
afirmó que
"fuera de la Iglesia las hermandades se desvanecen y serían meras asociaciones culturales".
Arenas aseveró que las "hermandades son Iglesia, no clubes sociales, y eso lo demuestran las cofradías todos los días. Absolutamente todos", reiteró rotundo.
El presidente del Consejo expresó que "una circunstancia, cuya valoración la hará el tiempo, no puede desembocar en considerar que las hermandades somos clubes, ni muchísimo menos, somos focos de fe. Quizás seamos las cofradías las responsables de que éstos focos estén en la ciudad".
Para él, las palabras de monseñor Asenjo obedecen a "una valoración y no a una crítica. El arzobispo tiene derecho a expresar lo que siente. Desde el punto de vista de la persona ha expresado una idea. No ha ocultado nada, lo ha dicho y dicho está".
Mientras algunos cofrades y expertos no han acogido demasiado bien las declaraciones de monseñor Asenjo, Arenas valoró de manera "muy positiva" que el arzobispo asegurara respetar la decisión de la Esperanza de Triana, "porque demuestra una conciencia de que las hermandades deben aprender y saber como andar por este mundo que nos ha tocado vivir. Y para eso nos hace falta formación a todas las hermandades".
Hubo una cuestión que reiteró en varias ocasiones y que quiso dejar muy clara. "La clave y lo que debe regir es la finalidad de las hermandades -en alusión a conceptos tales como el culto, la evangelización, la caridad o la labor social- que deben estar por encima de cualquier otra norma o valor mutable". "Los fines de nuestras hermandades son inmutables para todo el mundo, y para el señor arzobispo también, entre otras cosas han sido aprobados por él", recalcó contundente.
Cuestionado por si hubiera deseado la presencia de alguna imagen en Madrid, afirmó que le hubiera gustado "como a cualquier sevillano que alguna imagen, no señalo a ninguna, fuera a Madrid". No quiso marcharse sin expresar su deseo de que "por una determinada circunstancia, que achacó a un problema interno de la hermandad, no se vaya a crear una mancha de aceite".

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