miércoles, 30 de junio de 2010

MONSEÑORES BLÁZQUEZ, SANZ Y ASENJO, ARZOBISPOS CON PALIO

S.S. el Papa Benedicto XVI impuso hoy el palio a 38 arzobispos procedentes de distintos países, entre los que se encontraban tres españoles: el de Sevilla, Juan José Asenjo; el de Oviedo, Jesús Sanz; y el de Valladolid, Ricardo Blázquez.

Ante ellos, el Papa destacó la importancia de que los arzobispos de todo el mundo estén en comunión con la sede de Roma, ya que esto garantizará su libertad "con respecto a los poderes locales, nacionales o supranacionales, que en ciertos casos pueden obstaculizar la misión eclesial". La ceremonia fue precedida ayer por la celebración de las Primeras Vísperas de la Festividad de San Pedro y San Pablo en la basílica de San Pablo Extramuros, durante la que el Papa anunció la próxima creación de un Consejo Pontificio especialmente dedicado a la evangelización de los países de Occidente.
El palio es una distinción litúrgica honorífica y jurisdiccional que llevan el Papa y los arzobispos. Consiste en una faja blanca de lana con cruces de seda negras, que pende de los hombros sobre el pecho.
Cada año, el día 21 de enero, que es el día en que según el calendario litúrgico se celebra la fiesta de Santa Inés, el Pontífice bendice los corderos de los que se sacará la lana para confeccionar los palios en seguimiento de una antigua tradición.
Asimismo, Benedicto XVI afirmó hoy que las persecuciones externas "no constituyen el peligro más grave para la Iglesia" sino que éste procede de "aquello que contamina la fe y la vida cristiana de sus miembros", según destacó durante la misa solemne que presidió en la basílica vaticana con ocasión de la festividad de San Pedro y San Pablo.
"En efecto, si pensamos en los dos milenios de historia de la Iglesia, podemos observar que, como había anunciado el Señor Jesús, no han faltado nunca para los cristianos las pruebas, que en algunos períodos y lugares han tenido el carácter de verdaderas y propias persecuciones".
Según el Papa, todo esto ya fue advertido por San Pablo en sus cartas, una de cuyas conclusiones es que "los hombres que obran el mal no llegarán muy lejos porque su estupidez quedará a todos manifiesta".
"Hay, por lo tanto, una garantía de libertad asegurada por Dios a la Iglesia, libertad ya sea de los lazos materiales que intentan impedir o coartar su misión, como de los males espirituales y morales, que pueden ensuciar la autenticidad y la credibilidad".

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