viernes, 25 de marzo de 2011

EL CRISTO DE " TOR VERGATA " . UNA MEDITACITACIÓN DE CUARESMA

 
He aquí un escrito del reverendo Vicente Díaz-Pintado Moraleda - Párroco de Calzada de Calatrava (Ciudad Real)

Ahora que está próxima la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid (agosto 2011) la memoria se hace más fresca y, como un aliento agradable de experiencias, me trae recuerdos de las dos jornadas mundiales de la juventud que por suerte he vivido: Roma (año 2000, el año del gran jubileo) y Colonia (año 2005). Pero hay un recuerdo que siempre me viene a la memoria del corazón agradecido y que supuso una fuerte experiencia espiritual para mi vida cristiana y sacerdotal. Se trata del Cristo de Tor Vergata.

Era la noche en que habíamos celebrado la gran vigilia de oración con el papa Juan Pablo II y en la que participamos más de un millón y medio de jóvenes. Dormíamos en el gran complejo de Tor Vergata. No sé si por el cansancio o que el suelo estaba especialmente duro (se me olvidó la esterilla del saco de dormir) el caso es que no me dormía. Decidí levantarme y me puse a caminar en medio de la calma del lugar.
Sin apenas saber cómo, fuí a parar al portal principal de acceso al recinto, justo en la puerta donde el día anterior el papa cruzaba el umbral axido de la mano de cinco jóvenes que representaban los cinco continentes. Encima de la puerta, atrapando a la fuerza la atención de la mirada, se erguía una figura de casi 6 metros de altura con el rostro desfigurado, un cuerpo con una elongación longitudinal, los brazos abiertos y marcas de crucifixión en las manos y en los pies. Una gran fisura vertical traspasaba todo el torax de un lado a otro, y dejaba así pasar la luz.
Un cuerpo que se rompía para darse a los demás "por nosotros". Esta figura surgía aquí rompiendo un gran muro (el muro de la muerte), viniendo a nuestro encuentro de brazos abiertos, deseando abrazarnos. Parecía decir: "Yo vencí la muerte", "yo estoy contigo. Con vosotros. Para siempre".

Tal experiencia estética me hizo percibir mejor la máxima: el Resucitado es y será siempre el Crucificado. No es otro distinto ni ajeno al dolor y la muerte de la humanidad. Hasta el momento, ya había visto otros cristos "impactantes" (como, por ejemplo, el crucificado de Matthias Grünewald). Pero hasta el día de hoy no conozco una mejor representación de la Muerte y Resurrección del Señor que el Cristo de Tor Vergata.
En este recorrido cuaresmal de conversión y preparación para celebrar los misterios centrales de nuestra fe, me viene muchas veces a la cabeza y al corazón la imagen de este Cristo. Y rezo y pido que el Cristo Resucitado y Crucificado asuma, con misericorida y bondad, mis cruces y me haga sentir el gozo esperanzado de la Pascua de Resurrección para seguir caminando, aún en medio de las dificultades, para ser su testigo.
Nota.- El autor del Cristo, llamado "Morto e Risoto", es el escultor italiano Stefano Pierotti.

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