El pasado martes se presentó en Roma el libro 'Por qué es santo', escrito por Saverio Gaeta y que contiene los 114 testimonios escuchados por el postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo II, monseñor Slawomir Oder. En él se desvelan capítulos desconocidos de la vida del papa polaco. Uno de ellos se remonta al momento en el que fue nombrado obispo auxiliar de Cracovia. Y tiene como protagonista al entonces obispo de Cracovia, monseñor Eugeniusz Baziak.
Baziak lo tomó por el brazo y lo condujo a unos sacerdotes presentes en la sala de espera, diciendo: “Habemus Papam”. La profecía se cumplió 20 años más tarde, en 1978.
El libro también recoge documentos inéditos, sobre el espionaje al que fue sometido por los servicios secretos polacos.
'Por qué es santo' recupera un texto en el que el Papa puso por escrito su voluntad de renunciar al Pontificado en caso de padecer una "enfermedad incurable" que le impidiera ejercer sus funciones. En otra carta de 1994, Juan Pablo II señalaba que, "después de haber rezado y reflexionado mucho" había considerado el deber de "seguir las disposiciones y el ejemplo de Pablo VI, quien, planteándose el mismo problema, juzgó que no podía renunciar al mandato apostólico sino en presencia de una enfermedad incurable o de un impedimento tal que obstaculizara el ejercicio de las funciones del sucesor de Pedro".
El texto también se refiere a una carta abierta del Papa a Ali Agca, fechada el 11 de septiembre de 1981, escrita en polaco e incompleta. Al respecto Saverio Gaeta comenta que "ya en la ambulancia había comenzado esta invocación personal ante el propio agresor y quería reconfirmarla, cinco meses más tarde, mostrando entonces que no era un acto instintivo y emotivo aquel hecho en la ambulancia". Gaeta continúa: "el Papa quería que esto fuera un gesto meditado y convencido para documentar cómo el perdón cristiano hace parte de la experiencia total de la fe y del amor, subrayando que también un gesto así de terrible, el atentado, no debía hacer que el hombre se enfrente al hombre".
La santidad del Papa, retoma Saverio Gaeta, también podía apreciarse en la vida diaria: "Para Juan Pablo II la santidad era realmente algo que aparecía en todos los momentos de la cotidianidad, con la que la santidad era hacer la broma justa en el momento justo, o hincarse en oración luego de haberse lavado las manos antes de celebrar la Santa Misa, y caer verdaderamente en el misticismo más puro en la total ausencia del tiempo y de lo que sucedía en torno a él".
Gaeta recordó una anécdota en la que responde a una hermana que lo veía un poco cansado: "Estoy preocupada por vuestra Santidad", le dijo. Y el Papa le respondió: "También yo estoy preocupado por mi santidad’.
Baziak lo tomó por el brazo y lo condujo a unos sacerdotes presentes en la sala de espera, diciendo: “Habemus Papam”. La profecía se cumplió 20 años más tarde, en 1978.
El libro también recoge documentos inéditos, sobre el espionaje al que fue sometido por los servicios secretos polacos.
'Por qué es santo' recupera un texto en el que el Papa puso por escrito su voluntad de renunciar al Pontificado en caso de padecer una "enfermedad incurable" que le impidiera ejercer sus funciones. En otra carta de 1994, Juan Pablo II señalaba que, "después de haber rezado y reflexionado mucho" había considerado el deber de "seguir las disposiciones y el ejemplo de Pablo VI, quien, planteándose el mismo problema, juzgó que no podía renunciar al mandato apostólico sino en presencia de una enfermedad incurable o de un impedimento tal que obstaculizara el ejercicio de las funciones del sucesor de Pedro".
El texto también se refiere a una carta abierta del Papa a Ali Agca, fechada el 11 de septiembre de 1981, escrita en polaco e incompleta. Al respecto Saverio Gaeta comenta que "ya en la ambulancia había comenzado esta invocación personal ante el propio agresor y quería reconfirmarla, cinco meses más tarde, mostrando entonces que no era un acto instintivo y emotivo aquel hecho en la ambulancia". Gaeta continúa: "el Papa quería que esto fuera un gesto meditado y convencido para documentar cómo el perdón cristiano hace parte de la experiencia total de la fe y del amor, subrayando que también un gesto así de terrible, el atentado, no debía hacer que el hombre se enfrente al hombre".
La santidad del Papa, retoma Saverio Gaeta, también podía apreciarse en la vida diaria: "Para Juan Pablo II la santidad era realmente algo que aparecía en todos los momentos de la cotidianidad, con la que la santidad era hacer la broma justa en el momento justo, o hincarse en oración luego de haberse lavado las manos antes de celebrar la Santa Misa, y caer verdaderamente en el misticismo más puro en la total ausencia del tiempo y de lo que sucedía en torno a él".
Gaeta recordó una anécdota en la que responde a una hermana que lo veía un poco cansado: "Estoy preocupada por vuestra Santidad", le dijo. Y el Papa le respondió: "También yo estoy preocupado por mi santidad’.
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