viernes, 16 de julio de 2010

Escrito que nos ha enviado la Asociacion Cultural Santa Columba de Segovia



MES DE JULIO - MES DE LA VIRGEN DEL CARMEN

El mes de julio ha estado dedicado tradicionalmente a la Virgen del Carmen, ya que, el día 16 se celebra su fiesta.

Ese día, aunque no sea domingo ni fiesta de precepto, las iglesias se llenan de fieles para participar en la Eucaristía o en las numerosas procesiones que recorren nuestras calles y playas, para honrar así a María, demostrarle nuestro amor y agradecerle su protección.

El origen de esta devoción se encuentra en una aparición que realiza la Virgen María en el año 1251 a San Simón Stock, general de los carmelitas, al cuál entrega el escapulario diciéndole estas palabras “Recibe, hijo mío, este escapulario, privilegio para ti y para todos los carmelitas, el que muera con él no padecerá las penas del infierno”.

Estas palabras han sido para muchas personas, a lo largo de los siglos, un asidero donde agarrarse, ya que, confiaban en las palabras de la Madre y sabían que llevando el escapulario, Ella no les iba a dejar de su mano, y alcanzarían finalmente la gloria del cielo.

El escapulario, no es una tradición antigua y mortecina condenada a desaparecer, al contrario, es algo vivo y valido para los tiempos de hoy, porque es un vehículo de devoción mariana y un medio que nos acerca a Dios.

El escapulario es un signo de que pertenecemos a María, que somos posesión suya, y que como cosa suya que somos, Ella misma se va a encargar de protegernos de una manera especial. Esto es algo muy grande, ya que, viviendo bajo el manto de María nos alejamos del pecado, y por tanto, acrecentamos nuestra unión con Dios.

Como siempre, María nos lleva a su hijo, porque ese es su deseo, que vivamos completamente unidos a su hijo Jesucristo.

(Pintura de la Parroquia de San Ignacio de Loyola en San Sebastian)


Además la Santísima Virgen ha vinculado al escapulario un gran número de gracias tanto espirituales como materiales, que derrama sobre la persona que lo lleva con fe. Esto es algo que ha quedado constatado desde hace siglos con numerosos testimonios de personas que relatan cómo a través del escapulario salvaron sus vidas de multitud de peligros.

El llevar puesto el escapulario, (vestido de María), hace que también nosotros nos revistamos de las virtudes de la Virgen; es un recuerdo constante de la pertenencia a María, lo cual hace que vivamos de verdad como hijos suyos, evitando el pecado y practicando la virtud.

La Iglesia ha recomendado vivamente el uso del escapulario, por los frutos espirituales que tiene asociado. Pablo VI dijo que “entre las formas de piedad mariana deben contarse expresamente el ROSARIO y el uso del ESCAPULARIO DEL CARMEN”.

Han sido muchos los santos que a lo largo de la historia han llevado puesto el escapulario o la medalla escapulario, todos ellos grandes devotos de María, que comprendieron que llevándolo puesto crecía su vida interior y orante, y, por lo tanto también crecía su amor a Dios y a los hermanos.

Ejemplo de ellos tenemos a San Antonio María Claret, que recomendaba a las madres que vistieran el escapulario a sus hijos cuando les bautizaran, consagrándoles de este modo, cuanto antes a la Virgen.

San Juan Bosco, San Alfonso María de Ligorio o San Juan María Vianney, el cura de Ars, fueron grandes propagadores del escapulario; y mas recientes, Santa Maravillas de Jesús, Juan XXIII, o el Papa Juan Pablo II que reconoció en varias ocasiones que él llevaba puesto el escapulario del Carmen desde niño y que al llevarlo había experimentado la ayuda de María en una medida inmensa.

Si amas de verdad a María o quieres que ese amor se acreciente, viste el escapulario.

Si no lo tienes impuesto pide a un sacerdote que te lo imponga.

Ten fe en María y llevando su escapulario verás cómo te protege en la vida, cómo te ayuda en el momento de tu muerte y cómo después te llevará a gozar con Ella y con su hijo Jesucristo en el cielo.


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