domingo, 19 de diciembre de 2010

LA REBELIÓN DEL VALLE DE LOS CAÍDOS

Este domingo, a las once de la mañana, los fieles que deseen asistir a misa en el Valle de los Caídos podrán hacerlo de nuevo en el interior del templo. El 19-D se convierte así en el día de la victoria de un puñado de monjes, los de la abadía benedictina de Cuelgamuros, y de miles de fieles, los que han acudido durante las últimas semanas a una celebración a la intemperie bajo el frío, el hielo, la lluvia o la nieve, sobre la voluntad evidente del Gobierno de cerrar para siempre la basílica.
Esta semana el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, anunció que se había habilitado un acceso hasta ella similar a los finger de los aeropuertos, con el fin de evitar el peligro de pasar bajo la Piedad semidestruida por unas pretendidas obras de restauración.
Y es que las imágenes de esa obra de arte destrozada contra el criterio de los expertos, y posteriormente de los monjes de la abadía bajando a la puerta del recinto a decir misa ante cada vez más fieles que colapsaban el tráfico desde kilómetros antes, han dado la vuelta al mundo. Ello ha obligado a José Luis Rodríguez Zapatero, para no deteriorar aún más su imagen exterior, a dar marcha atrás ante algo que, como señaló Fray Santiago Cantera en la homilía de la misa que abrió la rebelión, no se veía en Europa desde la época de los estertores del comunismo en Polonia, cuando fotografías similares se tomaban en las misas del sacerdote Jerzy Popieluszko, posteriormente asesinado por sicarios del régimen.
Con todo, los monjes del Valle no consideran que con esta solución de apaño se haya restablecido la normalidad, y piden una reapertura completa en defensa «del derecho de todos los fieles que en público o en privado deseen orar, así como de toda otra persona que quiera visitar el lugar».

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